Hoy lo más difícil no es ordenar el rompecabezas de dolor de los hospitales, ni saber quién va primero, ni estirar un poco más el tiempo flácido y dado de sí de los que guardan las trincheras de las urgencias. Ya lo hacían antes y lo han hecho siempre.
Hoy lo más difícil no ocurre en despachos de caoba con moquetas antiguas; no se escribe en forma de decreto ni va a salir por televisión a todas horas. No es cosa ni de ministros, ni de presidentes, ni de gente famosa y con renombre.
Hoy lo más difícil es un gesto anónimo y desconocido, es una suma de ausencias mirando el desierto por la ventana, es conversar con el aburrimiento y saludar a los rincones olvidados de tu cuarto.
Hoy, lo más difícil, ocurre dentro de ti. En esta rifa por sorpresa te ha tocado hacer un viaje muy largo con el miedo, una visita a deshoras que viene a recordarte lo frágil que eres cuando la vida se mide en minutos y comprendes que tus profundas preocupaciones de ayer eran sólo entretenimientos infantiles de niño bien. Ahora ya sabes que respirar tiene un precio que algunos no podrán pagar, y no estás seguro de cuánta calderilla te queda en el bolsillo, ¿verdad?
Lo más difícil hoy es domesticar al lobo, no morder la mano de los que te la tienden para ayudar, no pretender hacer de este marzo tu agosto vendiendo humo a los que sólo necesitan palabras, dejar el último bote de conserva en la estantería para que se lo lleve quien vive con la escasez a diario, olvidar la mezquindad de llenar los teléfonos de basura buscando, imagino, un puto minuto de gloria chapoteando en el estiércol de la miseria.
Hoy, lo más difícil, es que tú y yo arreglemos el planeta. Superman se deja el traje en el armario y se queda quietecito en su casa, salvando más vidas que nunca y evitando repartir lotería envenenada. No pierdas esta oportunidad. Siéntete bien pensado que alguien que no conoces va a vivir gracias a que, esta vez sí, hiciste lo más difícil.
Hoy todos necesitamos que hagas lo más difícil, que es nada, y nada más que dejar que muera el bicho invisible en la cárcel de tu cuerpo. Que no salga, que no se escape, que no huya. Y si no lo tienes, que nunca sepa dónde estás, oculto, en ningún lugar, cumpliendo tu misión como un valiente que se esconde.
Hoy, y mañana, y pasado, lo más difícil depende de ti y de mí. No se lo pongas fácil, porque ahora que ya sabes que todos llevamos la misma bandera roja por debajo de la piel, que somos tan débiles que un soplo de aire nos puede borrar los sueños de un plumazo, que por una vez está claro quiénes son los malos y cómo nos llamamos los buenos, ahora que has despertado del limbo, no juegues a ser más listo que el diablo, porque vas a perder y nos vas a hacer caer.
Hoy, lo más difícil es justo lo más fácil, pero depende de ti salir a la calle a sacarle la lengua a tus vecinos como el auténtico imbécil que puedes llegar a ser, o plantarle cara a la estupidez y quedarte en casa como el héroe que siempre supimos que eras.
Hoy, lo más difícil es lo más fácil que puedes hacer.
Haz algo y quédate en casa. Por ti, por todos. Ayúdanos.