Existe mucha desinformación mezclada con dudas razonables sobre las vacunas contra la COVID19. Algunas se plantean en redes y otras me las encuentro en la consulta cada día. Voy a resumir las más frecuentes y significativas para evitar una angustia o un miedo totalmente innecesario y, sobre todo, para ayudar a tomar decisiones en base a datos y no a supersticiones o a creencias conspiranoicas. Este post será poco literario para ganar en claridad y comprensión. Casi todo lo expuesto lo he ido comentado de manera parcial o total en otros lugares, al igual que otros muchos compañeros. So pena de repetirme hasta el aburrimiento, prefiero pecar de cansino que de tímido por si a alguien le sirve.

1-¿Por qué hay contagiados en vacunados?

Las vacunas contra el SARSCov2, el virus que causa la COVID19, no están diseñadas para prevenir la infección, sino para evitar el daño provocado por la misma, como explico aquí. La idea de toda vacuna es preparar a las defensas del organismo para que, en caso de que el virus nos alcance, poder ofrecer una respuesta inmunitaria (defensiva) mucho más rápida y eficaz que la infección natural. Por ello, no tiene sentido argumentar que las vacunas no funcionan porque hay infectados vacunados. De hecho, si la mayoría de la población está vacunada, lo normal es que haya más infectados vacunados que no vacunados.

El problema no es si un vacunado se infecta, que es muy probable que lo acabe haciendo, sino cómo de grave es esa infección respecto a no estar vacunado. Este sesgo ha sido objeto de polémica durante los últimos meses, al argumentar que también hay ingresados vacunados en los hospitales. La realidad como veremos más adelante es que al hospital llegan los casos graves. Puesto que la mayoría de la población está vacuna en estos momentos, si la vacuna no hiciera efecto, tendríamos el mismo porcentaje de hospitalizados en ambos grupos sobre la población real, no sobre pacientes ingresados.

Pongamos una población de 100 personas donde el 80% de los habitantes está vacunada, y tenemos en planta de hospital diez pacientes ingresados con COVID19, 5 vacunados y 5 no. Aunque parezca lo mismo, en realidad tenemos 5 pacientes sobre 80 en un grupo y 5 sobre 20 en el otro, esto es, el 6,25% respecto al 25%. Para decir que la vacuna no tiene ningún efecto, tendríamos que tener ese mismo 25% en los vacunados, o sea, 20 ( y no 5) sobre 80.

Por tanto, una cosa son los casos documentados (en base a tests realizados) y otros los casos graves o con problemas, así que no vale decir que hay más casos entre vacunados que entre no vacunados y que por eso la vacuna no funciona.

2-Las vacunas causan efectos secundarios

Cierto. Como todo medicamento, las vacunas tienen efectos secundarios. Sin embargo, lo que hemos de comprender es la gravedad y frecuencia de estos efectos respecto a los que provoca la propia infección por sí misma. Resumiendo, estos efectos pueden ser de tres tipos:

a) Reacciones locales en el punto de inoculación: dolor, molestia en el brazo, hinchazón, etc.

b) Cuadros pseudogripales con dolor de cabeza, fiebre, malestar general, etc.

c) Reacciones más complejas y potencialmente más graves, como trombosis, glomerulonefritis, afectación neurológica (Guillain-Barre), etc.

Lo más habitual son las dos primeras, que pasan en unas horas o días. En el tercer grupo, es muy importante saber que son reacciones muy infrecuentes y que la infección por el virus produce todo eso y más con muchísima más frecuencia. Dicho de otro modo: hay mucha más trombosis, glomerulonefritis y problemas neurológicos por la infección que por la vacuna. El riesgo cero no existe, pero igual que cuando montamos en coche o en avión asumimos un riesgo, la vacuna supone una fracción del riesgo de exponerse al virus. Estos efectos se monitorizan y se documentan. En cualquier caso, es totalmente falso que la gente esté muriendo por las vacunas. Está muriendo por el virus, ni más ni menos.

3-¿Las vacunas contra la COVID19 son experimentales?

No sé muy bien a qué se refiere la gente cuando habla de vacunas “experimentales”, pero imagino que se refiere a algo fabricado de manera clandestina en algún laboratorio oculto y que luego nos inyectan como si fuéramos cobayas humanas para ver qué pasa.

La realidad es que la tecnología en que se basan las vacunas tiene varios años de recorrido, solo que ahora, debido al tremendo impacto sanitario de la COVID19 se han desarrollado de una manera mucho más rápida y a escala masiva. Hasta la fecha tenían interés sobre todo en el campo de la oncología para combatir determinados tumores. La historia no está exenta de sombras y egos, como todo lo que tocan los humanos, como muestra este excelente reportaje sobre el origen y desarrollo de esta tecnología.

No son ningún experimento sino una manera de generar inmunidad francamente ingenioso y muy seguro. Como todo fármaco, ha pasado las fases habituales de estudio y control, solo que cuando ya se ha demostrado eficacia y seguridad, se ha solicitado su uso de emergencia (Enlace aquí). No significa que no se hayan probado ni que no se sepa nada sobre ellas. Esto es algo totalmente lógico y razonable: si todos los días está muriendo gente y hay un producto que ha demostrado ser eficaz y seguro, se debe utilizar aunque sigamos monitorizando y controlando lo que ocurre en el tiempo. De hecho, nunca en la historia se ha controlado y monitorizado un fármaco como se está haciendo con las vacunas casi en tiempo real.

4-Las vacunas son una especie de terapia genética

No. La vacunas ni modifican ni provocan mutaciones en los genes. Parece suena a terapia genética porque se habla del ARN (ácido ribonucleico) del virus y que este se “inyecta en las células”, pero el mecanismo no tiene nada que ver. En este enlace lo cuento con más detalle. De entrada, la inyección es intramuscular, no intracelular (se necesitaría una tecnología muy compleja y una aguja finísima para inyectar células, y mucho menos el núcleo de la célula). Es decir, el material de la inyección se libera dentro de un músculo. Desde ese espacio intercelular viajan las partículas (como estos liposomas ) que llevan el ARN del virus dentro de las células. ¿Y qué ARN es ese? No es todo el material genético del virus, sino sólo una pequeña secuencia que sirve para producir una proteína, la que forma la corona (proteína S, Spike que no Spider…). El RNA es como un manual de instrucciones, un libro, que unas estructuras llamadas ribosomas se encargan de leer para fabricar proteínas. Es una réplica del DNA que tenemos en el núcleo celular. Es como si el núcleo fuera una gran biblioteca de libros muy valiosos, cada uno con instrucciones para fabricar partes de nuestro cuerpo. Cuando hace falta algo, se hace una copia de ese libro de DNA a RNA, este sale del núcleo al citoplasma y ahí el ribosoma fabrica lo que sea. Este trocito de RNA dura muy poco en nuestras células, se degrada enseguida, lo que tiene todo el sentido del mundo, pues si se acumulara las células estarían produciendo proteínas sin control todo el tiempo.

Lo que ocurre es que nuestra maquinaria usa el ARN que ha entrado para producir la proteína S, para que salga a la superficie de la célula. Aquí es detectada por nuestras defensas, pues es una proteína extraña, y activa la inmunidad celular y humoral (anticuerpos y otras cosas) contra todo lo que lleve esa proteína. De esta manera, cuando el virus entre en nuestro cuerpo, enseñando su proteína S, nuestras defensas actuarán mucho más rápido y de una manera más contundente. En muy poco tiempo no quedará rastro de ese RNA del virus en el cuerpo, nuestro genoma seguirá igual y no hay modificación genética de ningún tipo. No son terapia genética, utilizan genes de manera controlada, que no es lo mismo.

5-¿Las vacunas generan la proteína S que es tóxica para el organismo?

Las vacunas simulan una infección exponiendo a las defensas la proteína S de la corona del virus. Esta proteína es antigénica, es decir, extraña al organismo que genera defensas contra ellas. ¿Estos anticuerpos podrían comportarse como autoanticuerpos, es decir, que aparte de reconocer a la proteína S, fueran contra otras proteínas de nuestro cuerpo? Sí, esto es una posibilidad. Pero pensemos que exponernos a la proteína S inducida por la vacuna es una exposición controlada, cosa que no ocurre con la infección natural, donde miles de millones de virus se replican en nuestro cuerpo. Con la vacuna no hay destrucción celular, inflamación mantenida ni las lesiones de órganos que provoca la infección

No es una sustancia tóxica al uso, como el arsénico o el cianuro. Es una estructura proteica que tiene unas determinadas funciones biológicas y un poder antigénico. Evidentemente, exponerse a la proteína S no es saludable en sí mismo, sino protector de cara a la infección.

6-¿Siguen ingresando y falleciendo pacientes vacunados?

Sin duda, solo que la proporción entre ingresos y fallecidos es indudablemente favorable a las personas vacunadas. No hay contradicción en los datos y es algo demostrado una y otra vez. Esta gráfica reciente lo ejemplifica muy bien.

Como dijimos, la vacuna no previene la infección, sino las consecuencias de la infección. Pero hay otros factores que influyen: la edad, las patologías previas, la susceptibilidad individual, etc. Por ejemplo, una neumonía en un anciano diabético siempre será potencialmente más grave que en un adulto joven y sano. La vacuna no elimina estos condicionantes. De ahí que sea clave frenar el contagio y sobre todo las infecciones masivas que saturen los centros sanitarios en caso de que haga falta el ingreso. En otro orden de cosas, la metapandemia que explico aquí, es una realidad que nos está fatigando y generando un estrés cada vez más complicado de llevar. Es cierto que a estas alturas cuesta creer que la erradicación es una posibilidad y personalmente creo que será inevitable exponerse al virus. La diferencia es hacerlo en las mejores condiciones posibles o de cualquier manera.

7-¿Por qué hay que vacunarse varias veces?

No lo sabemos todo sobre la duración de la inmunidad generada por las vacunas o por la propia infección (enlace) , pero sí parece que disminuye con el paso del tiempo. Por eso se ha administrado la tercera dosis, que por lo demás se ha demostrado eficaz (enlace). Esto no quiere decir que haya que administrar más, o que todos los años tengamos que vacunarnos. Desde luego es una posibilidad que existe, sobre todo si el virus muta con el tiempo y la proteína S sufre cambios significativos. En ese caso, los anticuerpos generados contra una versión anterior de esa proteína podrían no ser tan efectivos. Hemos de entender dos cosas aquí. Primero, que a medida que el virus se va replicando, las copias que se hace de sí mismo van variando. El virus es una fotocopiadora gigante y a escala millonaria de sí mismo, y es muy eficaz. Pero cada copia puede ser algo diferente, pues los ribosomas pueden cometer errores de transcripción o el RNA del virus cambiar en algunos puntos. Esto es lo que ocurre con las variantes, de la alfa a la actual ómicron. Lo que miramos sobre todo es cómo va evolucionando esa proteína S, porque es la llave que le permite al virus entrar en nuestras células para replicarse y comenzar la infección.

¿Y puede mutar mucho? Sí, pero dentro de un orden, porque si muta tanto que pierde su función de llave, esa proteína es inservible y el virus no se replicaría, por lo que esa mutación supondría el fin para esa variante. Por tanto, las variantes que van surgiendo deben equilibrar su eficacia a la hora de infectar y su capacidad para sortear nuestras defensas. Ómicron parece que es muy eficaz infectando las células del árbol respiratorio superior, por ejemplo. Esto hace que cada persona expulse más virus y por tanto sea más contagioso. Es una ventaja para el coronavirus. Por eso es posible que haya que ir adaptando la vacuna con el tiempo. Lo ideal para nosotros sería una proteína S que fuera muy mala uniéndose al receptor de las células y muy reconocible por nuestras defensas. Así lo tendríamos “pillado”, pues ese virus se destruiría antes y se replicaría mucho menos, contagiando a menos gente y limitando su ciclo de vida.

Es importante recordar que el virus no tiene ninguna estrategia ni hace planes. Todo esto es fruto del azar de miles de millones de copias que cada día se producen en los organismos de las personas infectadas. No tiene cerebro, sólo sigue principios biológicos.

8-¿Las vacunas llevan grafeno u otros componentes desconocidos?

No. El grafeno es un material compuesto de carbono que tiene unas propiedades interesantes, entre otras cosas como nanomaterial, es decir, una estructura que pueda servir para crear sistemas muy pequeños que realicen alguna función en el cuerpo. ¿Suena extraño? Para nada. Sin ir más lejos, ponemos los famosos stents (“muelles”) en las arterias coronarias desde hace años, igual que prótesis vasculares, los cementos biológicos o los empastes en las muelas, y a nadie le extraña. De lo que se trata es que esos materiales que introducimos en el cuerpo sean lo más inertes posible desde el punto de vista biológico, esto es, que nuestro cuerpo no los rechace (que no genere una respuesta inmune). Por ello, el grafeno es algo que podría tener su función en el campo médico, pero no en el caso de las vacunas. Los componentes de las vacunas están publicados y es información abierta (enlace).

9-¿Por qué los médicos no prescriben la vacuna si es tan efectiva?

Porque se trata de un asunto de salud pública, no individual. Que los médicos no prescribamos específicamente algo no significa que no haya otros científicos (entre ellos médicos) que avalen la indicación de vacunar y que tengan autoridad y conocimiento para ello. Un médico prescribe paracetamol, pero ese médico no hay hecho experimentos para saber si el paracetamol es efectivo o qué efectos secundarios tiene. Ha estudiado la información que existe y en base a su conocimiento sabe que la relación beneficio-riesgo para una molestia leve es favorable, por lo que el prescribe este fármaco a un paciente. En el caso del coronavirus, dado que todas las personas somos potenciales enfermos, se evita la burocracia insoportable de tener que prescribir vacunas a todo el mundo. Los médicos no avalamos la eficacia de los fármacos. La prescripción es un acto donde el facultativo propone una acción terapéutica a un paciente individual (tomar paracetamol o quitarle la vesícula), que éste, libremente, acepta o no. La vacunación contra el coronavirus es un asunto poblacional, por lo que esa recomendación se hace desde las autoridades y organismos científicos competentes. No está hecha por alguien sin conocimientos médicos, vamos.

10-¿Por qué cada país y cada región toma medidas de control y aislamiento diferentes? ¿Sirve de algo el pasaporte COVID? ¿Por qué cambian las medidas cada poco tiempo?

Una buena parte de esas medidas con políticas, no científicas. Es cierto que ciertos organismos oficiales como por ejemplo la CDC son una fuente seria de información, lo que no quita a que a veces tomen decisiones poco justificables desde el punto de vista científico, como la de bajar los aislamientos a 5 o 7 días sin tener en cuenta los datos reales de cinética viral. El Reino Unido decidió quitar restricciones un día concreto, en Cataluña hay toque de queda y en Australia no puedes pasar si no estás vacunado. Esto son decisiones políticas y económicas que a veces se basan en datos y a veces no, sin ir más lejos, como el uso de mascarilla en exteriores.

Por desgracia, estos dos mundos no están bien alineados. Que se exija el pasaporte COVID o la vacunación para acceder a un restaurante es una decisión administrativa, no científica. Que esa decisión tenga una cierta lógica, que frene la propagación, puede ser. Pero no se puede llegar a insinuar que “las vacunas no funcionan porque a pesar de pedir el pasaporte COVID en los bares han aumentado los contagios”. Este tipo de razonamientos no resisten el mínimo análisis lógico y confunden con argumentos aparentemente lógicos pero totalmente erróneos desde el punto de vista científico.

La vacuna es una herramienta clave en la lucha contra el virus, pero debe acompañarse de otras medidas adicionales y de seguir investigando fármacos dirigidos. Las ocurrencias, vaivenes e intereses de nuestros gobernantes son harina de otro costal. Si las medidas se cambian porque hemos evolucionado en el aprendizaje, perfecto, es lo que hay que hacer, y por ello hemos de estar abiertos a ajustar protocolos y recomendaciones. Nos queda mucho por aprender.


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